domingo, 19 de enero de 2014

ALUCINACIÓN.

Y en la alucinación de mis recuerdos me
detuve a contemplar la desnudez de su
cuerpo como el pintor que con recelo y
admiración observa su obra de arte.

Parecía difícil de creer, pero aquel cuerpo
que aparentemente había sido mío, en un
abrir y cerrar de ojos ya no me pertenecía, 
era tan ajeno como cuando lo había visto
por primera vez a través del resplandor de
sus ojos esa mañana de noviembre.

Solo quería verle y sentirle por última vez
aunque solo fuese en mis recuerdos, pues 
sentía un enorme vacío y un frío como de 
muerte recorría mi cuerpo; sentía que me 
faltaba algo, y ese algo eras tú.

Me atormentaba el hecho de verle ahí,
tendido sobre mi cama, sabía que era
otra de mis habituales alucinaciones
pero aún así me importaba muy poco si
a cambio podía sentir una felicidad fugaz.

Realmente quise echar al olvido todo lo que
vivimos pero su recuerdo fue más fuerte
que mi voluntad; lo pude notar claramente
cuando intenté dejar escapar sus recuerdos
pero cada vez se hacían más incesantes y
constantes, tanto que ya no sabía si lo que
vivía era realidad o mera alucinación.




Diana Vargas.